en la que las banderas no ondean
ni suenan himnos en fanfarria,
a veces duele de gente náufraga,
de gente mediterránea
de sepultura salina.
Esta patria de lo nuestro
sufre de ignorancia en grano,
de trigo hueco
y brazo en alto.
Esta patria de Caín,
de mentiras comulgadas
y dogmas laicos,
se fraguan revoluciones
de pantalla
y los colores son armas
en vez de pincelar los lienzos.
Para cuándo el Planeta,
la especie como fin
y la cultura como medio.
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