Ya estoy,
disculpen
la ausencia
o la presencia,
según querencias,
pero vuelvo,
ineludible,
tangible y mensurable
tras la pausa incompleta.
Ocupo mi escaño
en el vano parlamento
de la etérea malla,
enredado,
torpe de inactivo,
odiado y amado,
sentido al cabo,
y desgrano espigas
de palabras harinosas.
Padézcame quien guste
que todo cabe,
ignóreme el común
que también procede.
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