Cómo respirar
sin expeler llama asoladora.
Esto es así, ya pasas de cuarenta
y aunque parezca inoportuno
ya son cuarenta y uno
así sale la cuenta.
Pero nunca es triste el cumplir,
que cumpliendo se acumula vida,
las horas ya vividas,
las que quedan por vivir.
Y por eso yo te felicito,
que es tu día hoy en este año
y estos versos apaño
y envuelvo en regalito.
Mejor no des vuelta a la cabeza
y mira al frente que queda camino,
que es tuyo tu destino,
no de nadie a quién se reza.
Y para cuando soples tú las velas,
a tu deseo súmale otro mío,
que no es un desvarío,
que lo siento bien de veras.
Que sea siempre grato tú destino,
que los disgustos sean sólo leves,
que los dolores breves,
sin empinar camino.
Que aunque poco a ti le lo parezca,
tienes la mano torpe, a tu lado,
de este transtornado,
y que las flores crezcan.
No sé
a qué se debe
que vea las nubes
en malva.
No entiendo
por qué,
tras larga anestesia,
siento la bandada
de gorriones
que anidan
en la entraña.
Puede que esté
sanando
de la ceguera,
la sordera
y el entumecimiento.
Mal buscado,
coma inducido
en terapia paliativa.
Puede que se vea
salida a los túneles,
tras los aludes,
y emerga el valle.
O puedo mentirme,
piadosamente,
edulcorando verdades.
Mas ignoro
previsibles recaídas
y gozo de este estado,
éste despertar
en azules
visibles,
quizá posibles,
y yá habrá tiempo
para grises si,
quién quiera que pinte mi lienzo,
retorna al claroscuro.
Parece ser que vivo
y, aun siendo parecer,
oasis de espejismo,
lo vivo a trago largo
que le queda sed
a mi garganta
de beduino.
Y uno se cree
a salvo de escalofrío,
mas la vida,
agazapada
tras las columnas
de lo edificado,
te tiende emboscadas
con frescos susurros
que erizan pieles,
aparentemente curtidas.
Y uno se cree
inmune a las pandemias,
y un día,
el virus incubado,
desata fiebres
y sudores retenidos,
y surge la aprensión,
la duda
y el delirio.
Y el vacío,
el hueco de entraña
que demanda relleno,
arrastra la mente,
en remolino turbulento,
a las profundidades
atestadas de corales,
y dónde los peces
orbitan tu cuerpo
que se torna planeta.
Mas todo es sueño,
que dijo el reo,
todo es eso,
hipnótico afán,
impresión latente.
Sigo aquí
tras el cuatrienio
que siguió a la cuarentena,
sumando tiempos.
Sumando y sigo,
con deber y haber,
más de aquello
que de esto,
sobrevolado
por los ciclos lunares,
expectador y actor
de la comedia,
la tragedia
o el sainete,
más bien entremés,
pues uno sólo
es intermedio,
promedio,
mediocre ser
entre los seres
que son y están.
Y estoy,
entre dos cuatros
cuarteados,
cuadrado
y descentrado
en algún cuadrante
del mapa vital.
Joven,
maduro,
viejo,
depende el día
o la hora concreta,
el clima y las mareas,
y la edad de la pupila
que me observe.
Edad relativa
mas matemática,
tiempo mensurable
de intensidad intangible.
Con vocación de carnaval,
fijada la máscara a sutura,
no hay rostro cierto
bajo el simulacro.
Sonrisas venden,
acartonadas,
lacadas de esmaltes
que dan brillo
a la guarida de la larva.
No hay gesto,
sólo estampa,
y la palabra,
orquestada
en dictada partitura,
no es sino soniquete,
estribillo de organillo.
No hay piel
tras el antifaz,
calavera explícita,
anatomía inerte,
engalanada a conveniencia.
Sigue la danza,
hierático aquelarre
de figuras en tiovivo.
Hay soles
que alivian la garganta,
reseca de lluvias
y nieblas áridas,
y dan frescor de rayo
tibio en infusión.
Bronce pálido
para el labio
que busca el cáliz,
el grial de la luz
de un sur
que habita
en memoria,
en arcón genético,
baúl de raíz nudosa.
Hay soles indigentes,
siempre moribundos,
que se justifican
disolviendo penumbras,
luz tímida
tras visillo espeso.
Naufrago
de una mancha
indeleble,
perenne
y retroalimentada,
embalado en grises,
no reconozco
mi andamiaje
de reforma postergada.
Porque ya no hay aves
anidando en mis almenas,
y no hay vuelo
en mi palabras de plomo.
Podría enfoscar
las grietas
de mi fachada en cuarentena,
apuntalar las vigas
del ser
con afán de ser,
arrendando salas,
o largos pasillos
que convergen
en el muelle,
donde atraqué la barca
que me lleve
al río cierto,
inevitable.
Se marchitaron los brotes de versos en las yemas de estos sarmientos, gélidos de la nevada, y el racimo es promesa por incumplir. No abu...