Con vocación de carnaval,
fijada la máscara a sutura,
no hay rostro cierto
bajo el simulacro.
Sonrisas venden,
acartonadas,
lacadas de esmaltes
que dan brillo
a la guarida de la larva.
No hay gesto,
sólo estampa,
y la palabra,
orquestada
en dictada partitura,
no es sino soniquete,
estribillo de organillo.
No hay piel
tras el antifaz,
calavera explícita,
anatomía inerte,
engalanada a conveniencia.
Sigue la danza,
hierático aquelarre
de figuras en tiovivo.
Había conocido en mi vida gente culta y triunfadora,pero ninguno era feliz,aunque lo simularan.
ResponderEliminarDetrás de la máscara podía adivinarse,sin mucha clarividencia,la misma angustia y el mismo padecimiento.Y es que en este mundo no existe quizá la dicha.No hay sino momentos felices.