en esplendores de esperanza.
Entre meses raros y terminales
de nuevas eras te proclamas plena,
tú,
pequeña niña aquella
de corazón de compuerta.
Entre días raros de sentencia
conmemoras las edades,
imparable en lo vital,
a la espalda los tiempos perdidos,
los robados que no fueron
y los que serán en tu argamasa.
Entre relojes plegados vive,
avanza sin complejo y guarda mis labios
para el beso y la palabra que te nombre.
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