en que la rabia primate
campa a sus anchas
por todo derrotero.
Vienen sembrando el miedo
a mano sucia,
cruz y bandera,
sonriendo en diferido,
gente como Dios manda.
Pánico al pobre
inoculan a cada frase
para que beses los pies
del rico
de cuya mano van,
son capataces.
Gente de orden
y puticlub,
macho rancio
de agua bendita
y romero de montería.
Han vuelto,
los de siempre
que siempre estuvieron,
repitiendo himnos
y sermones de montaña
para un pueblo idiota.