Quién le pondría al hombre
vestidura de zarzales
para que deje huella
de herida
allá por dónde pasa,
para que ofrende clavo
a quién amable se arrime.
Quién dotaría a la palabra
de torpe cuchillo mellado,
de sílaba en estocada,
punzando oídos
que esperaban razones.
Quién tapizó la mano
con caricia de lija,
abrasiva de piel amante.
Quién nos hizo y,
de no hacernos,
qué evolutivo capricho
nos tornó especie lesiva.
Por qué dejar dolores
como rastro vital.
Cómo respirar
sin expeler llama asoladora.
Cómo respirar
sin expeler llama asoladora.
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