Yo que pude ser
mucho más que un clavo
desnudo en la pared de un salón
con miedo a exponer.
Y no fue fuerza mayor
la que me hizo esclavo
en galera de papel,
hasta que tu mano
encontró mi piel.
No estoy orgulloso
tampoco arrepentido,
pues de lo vivido
siempre algo saqué,
mas dime por qué
junto a tu cintura
hasta el agua pura
se me torna miel.
Ya no me huyen las aceras,
cuando me embriago de pena,
ya no se asusta el invierno
por si desato un infierno.
Ya no me hieren rumores
que los callan tus colores.
Y tengo salvación
documentado en tu nación,
que ya es la mía.
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