Los ojos de ámbar puro,
luminosos de miel de almendro,
con la sonrisa extraída
de la entraña de la luna llena,
la voz coloreada
con tintes orientales
y la alegría de los cascabeles dorados.
Mas tuvo que ser a tí
a quien la sombra invadiera
cuando vida nueva forjabas
para este planeta huérfano.
Tuvo que ser a ti,
flor de canela tibia,
y no a mí,
que lo merezco,
a quien el azar
nublara con átomos de miedo.
Pero saldrán los días
a devorar las noches
y tu afán de viento
borrará la nube
de los azules que pintas
cuando cantas a vida sostenida.
Se segará el sendero
y galoparás heróica
por las praderas que conquistes,
junto a tus aliados de sangre,
con los que milito.
Saca la fuerza atesorada
y huirán los fantasmas
ante tu luz veraniega,
invencible en las encinas.
luminosos de miel de almendro,
con la sonrisa extraída
de la entraña de la luna llena,
la voz coloreada
con tintes orientales
y la alegría de los cascabeles dorados.
Mas tuvo que ser a tí
a quien la sombra invadiera
cuando vida nueva forjabas
para este planeta huérfano.
Tuvo que ser a ti,
flor de canela tibia,
y no a mí,
que lo merezco,
a quien el azar
nublara con átomos de miedo.
Pero saldrán los días
a devorar las noches
y tu afán de viento
borrará la nube
de los azules que pintas
cuando cantas a vida sostenida.
Se segará el sendero
y galoparás heróica
por las praderas que conquistes,
junto a tus aliados de sangre,
con los que milito.
Saca la fuerza atesorada
y huirán los fantasmas
ante tu luz veraniega,
invencible en las encinas.
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