Pues resulta que,
neonato el diecisiete,
en catorce te pones.
Catorce como
dos veces siete,
niña multiplicada
por dos vidas de infancia,
directa a lo intenso,
a lo agridulce
que moldea.
Catorce como frontera,
capítulo de nudo
que será pauta
del desenlace.
Catorce de carga
sobre mis edades
sin vuelta.
Catorce como pleno
de apuesta
por los desempates
con los azares adversos.
Catorce en el tiempo,
en la órbita que se expande
alrededor de este
cincuenta y uno,
y uno que mira,
que mira el catorce
resultante de aquella suma
de números impares.
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