En el día se recuentan
las bombillas fundidas
que envasan aire ausente.
En la noche se sueña muerte
en almohada de mortaja,
manchada de extertores.
En la tarde hay olvido
en fruta fresca,
recuerdos exprimidos
a inventario diario,
y las cuentas
siguen sin cuadrar
ningún balance posible.
Llueve oscureciendo
y el tobogán se abre
para el descenso
y el vértigo asumido.
En la silla levita
un violín cautivo,
mientras el arco duerme,
indolente al roce en grito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente si quiere que se publicará si me place.