Retornó el degollado a Mieres,
silencioso y nasogástrico,
sondado en nariz parcheada,
sondeando rostros e intenciones,
reacciones,
saludos gratos,
sinceros,
miradas huidizas
y repetitivo morbo.
Retornó provisional,
tanto o más que todos,
de paso y pausa
en la villa del camino,
éste,
el que no peregrina.
Discreto de palabra,
ruidoso de rostro,
sorteando las terrazas,
gradas procesionales,
escaños de tribunal
para el que pasa.
El degollado sale
al sol y al aire
del murmullo endémico
en la Villa del Caudal
que acaudalada fue,
según cuentan.
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