Desayunando hiel
en rencor untada,
veneno solo,
sin azúcar
y zumo agrio
de rabia exprimida.
Nuevo día opaco,
reiterado almanaque
de hojas sucias,
polvorientas de hartazgo.
Atasco en el camino,
tramo en obras
sin apertura a la vista.
Embotellamiento de ahogos,
gritos colapsados
y la nube,
compañera vieja,
ofreciendo el rayo
como única luz,
feroz resplandor fugaz
de estruendo tardío.
Se anulan reservas
en hoteles futuros
y no hay billetes
en la sellada taquilla
de aquel concierto,
evento pasado,
suspendido por desastre.
Agosto de espejos ciegos,
grifos secos de ternura
y apelmazada toalla
donde retorna la mancha,
acartonado odio
de almidón negro.
Hoy no descongela
el respeto en cubitera,
y hay que beberse el día
así,
tibio y espeso.
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