Sigue girando el tiovivo
que habitamos por azares
en un ferial de universo
que se expande tras estruendos
de los que culpan a algún Dios.
Menos que puntos en la elipse,
parásitos de la esfera,
transitamos un instante
que a poco nos sabe siempre,
como al niño en la atracción.
Mas tan poco que somos
y lo breve de la estancia
no nos aparta de la urdimbre
que tejemos como abrigo
para el frío que da lo simple,
lo sencillo de los ciclos
que no admiten la soberbia
de quién niega la evidencia,
sólo humillado ante los templos
para crearse eternidades.
Gotas de lluvia vana
que muere en los barbechos
creando nubes de cadáveres
cuando acaricia el sol.
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