Ardieron los maleficios
en festiva llama
frente a sede de poder.
Danzaron de las manos
en órbitas concéntricas,
conjurando planetas alineados.
Cántico repetido,
remachado,
en voz antigua
convocando a un verano
casi siempre fantasma.
Fiesta fue,
fiesta hubo,
llama efímera
y ascua nostálgica
en la Villa del Camino.
Se apagó el ruido
y la gaita destemplada
duerme tendida
en arca de madera vieja.
El bautista santo
cedió su nombre
a lo pagano.
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