A la edad serena,
cuando el día casi acaba,
hay miradas que se pierden
recorriendo todo tiempo.
Se espera,
pacientemente melancólica,
nada quizá,
o quizá todo,
pero esperar es oficio
que se asume a esta altura
de la estancia.
Ya no es grado la experiencia,
pues no es carga,
y entre juveniles aspavientos,
entre paréntesis,
se saben colocar las tildes
en las sílabas que importan.
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