Sin noticias del Cielo,
se espera señal visible,
mas la nada es impasible
corriendo tupidos velos
sobre la fuerza imposible
que genera la cabeza,
cuando le falla la pieza
de la razón más plausible.
Y me embarga la pereza
si pienso en todo lo humano.
De lo divino estoy sano,
no padezco esa flaqueza
que se nos va de las manos,
imbuída en nuestra infancia,
fomentando la ignorancia,
por temor a los gusanos
que nos restan la prestancia
que tendría un resucitado,
una vez fuera juzgado
por esa familia rancia
del genocida desbocado,
una adúltera paloma
y el fallido cromosoma
del profeta torturado.
Que con su pan se lo coman
los crédulos de agua bendita
y las sotanas marchitas
que a no vivir aleccionan.
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