En los tiempos de las caricias pérdidas,
la lágrima cierta y el rugido,
la sonrisa huérfana
y el beso helado,
al aire de las mejillas,
hay lugar para el hallazgo.
A veces brota la palabra amable,
la flor de aliento
y la belleza,
silvestre y feroz,
explosiva,
tiñendo los grises
de verde vivo.
En estos tiempos de discurso envuelto
en celofán robado,
de ternos huecos,
impostados en la promesa,
de la patraña asumida,
queda hueco para lo honesto.
Gente queda
que te devuelve el rostro extraviado,
que no te roba la mirada
y te da la mitad
del aire que respira.
la lágrima cierta y el rugido,
la sonrisa huérfana
y el beso helado,
al aire de las mejillas,
hay lugar para el hallazgo.
A veces brota la palabra amable,
la flor de aliento
y la belleza,
silvestre y feroz,
explosiva,
tiñendo los grises
de verde vivo.
En estos tiempos de discurso envuelto
en celofán robado,
de ternos huecos,
impostados en la promesa,
de la patraña asumida,
queda hueco para lo honesto.
Gente queda
que te devuelve el rostro extraviado,
que no te roba la mirada
y te da la mitad
del aire que respira.
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