Soy inquilino en la escafandra,
un mero objeto del delirio,
del ruido un receptor,
un acaparador,
la pobre oferta sin demanda,
un prófugo del duelo y la matanza,
un mendigo del Sol,
el que ardió
con llama de duda,
que nadó
vetadas espumas,
desertor
del rebaño,
que perdió,
los redaños,
trovador,
trovador de aullido,
colchón mal mullido
y dolor.
Nunca reparo en la quimera,
ni hago las sumas con dinero.
Nadie me vio pasar,
allí no pude estar,
pues nadie está si es que nadie le espera,
no encuentro descansillo en la escalera.
Soy preso del madrugar
para dar
un saludo a la Tierra,
y esperar
que termine esta guerra
y quemar
las banderas
y arrasar
tus caderas
con un mar,
con un mar de peces
que siempre parecen
cristal.
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