Como un ave peregrina
no encuentro asiento de nido,
cuando llego me despido
pensando en otra partida,
pues la vuelta siempre es ida,
la patria no da calor,
efímero es el amor
urgente de ave de paso,
hay victoria en el fracaso
aunque amargue su sabor.
Nací mujer de ala ancha
y “libre” yo me apellido,
sin dueño ni cometido
más que cabalgar La Mancha
procurando la revancha
de mujeres que sufrieron,
lloraron, quizá murieron
a manos de hombre y señor,
alimaña del terror,
producto de un mundo fiero.
No lloro en los funerales,
la muerte si es el final,
la vida es la prioridad,
morirse es inevitable,
contrato no revisable
con este gran Universo
y sólo somos un verso
en un inmenso poema
que se gesta en el dilema
de lo uno y lo diverso.
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