construyéndome en tiempo mal regado,
donde los chicos listos cayeron en barricadas
de cucharillas mal templadas.
Siempre mucho que decir,
otro tanto que callar
y en la palabra purgué ante los sanedrines
algo corruptos de lo normalizado,
que la normalidad no lo es a perfume claro.
Algo me urge,
siempre tuve algo urgiéndome
y dediqué mi vida a un oficio de frustraciones.
Algo me urge
ahora en el interno
mientras respondo torpe y lento
como el preso de perpetua.
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