Víspera del reencuentro
con lo mezquino.
Replanteo el retorno
y veo el rostro,
espeso,
del ruín.
No hay temor
mas que a mí mismo,
al erupto indigesto
ante lo vomitivo,
a la rabia condensada
al vacío,
presta a la erupción.
Mis bolsillos desbordan
interrogantes,
que se deshilachan
de puro antiguas.
Me incomoda
el contexto,
la escena
y figurantes.
Y lo peor de todo,
la primma donna
y el director de escena,
lacayo absurdo
del putrefacto divo.
con lo mezquino.
Replanteo el retorno
y veo el rostro,
espeso,
del ruín.
No hay temor
mas que a mí mismo,
al erupto indigesto
ante lo vomitivo,
a la rabia condensada
al vacío,
presta a la erupción.
Mis bolsillos desbordan
interrogantes,
que se deshilachan
de puro antiguas.
Me incomoda
el contexto,
la escena
y figurantes.
Y lo peor de todo,
la primma donna
y el director de escena,
lacayo absurdo
del putrefacto divo.
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