No se sabe
a cuento de qué viene
este resquemor de alma,
este parir aliento
a carne viva.
Sangrar el aire
que se respira,
dar pasos torpes
sobre muñón tullido.
Sin motivo,
aparente, claro,
este vivir al corte,
a la brasa lenta
como baño diario.
Llorar,
lágrimas de mercurio
fundido al rojo
y para qué
este regodeo
en la penuria,
este no estar
en lo que se celebra
y vivir bautizo
como extremaunción.
Mas no se busca
compasión
en estas horas plañideras.
No se busca nada,
se huye de lo hallado,
cerrando urna
de cristal grasiento
y en un rincón,
frío de metal estridente,
dormil fetal y desnudo.
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