No seré yo
quién levante las faldas
a las tardes plomizas
de un junio de llovizna.
No seré yo
quién se esconda
tras las esquinas
de las horas muertas
para sorprender tu paso
de azar en bolso.
No seré
quién suspenda
los festejos necios
de griterío aprendido,
macerado en licores
al dos por uno.
Yo seré capricho,
tropiezo,
fosa
o cresta de ola
derramando espuma
en tus arenas tostadas.
miércoles, 9 de junio de 2010
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