Asesino el tiempo
cada día que no pasa
porque vivo lento,
y los demás rebasan,
cabalgando vientos,
mi letargo al paso,
mi camino incierto.
Y me rozan manos
alentando la carrera,
unas suaves,
otras fieras,
para que yo quiera
proseguir avance
y que no me alcance
la telaraña entera.
Lubricaré las juntas,
el engranaje,
y soltaré las yuntas
y pagaré peaje.
Avanzaré en objetivo,
siempre libre,
no cautivo,
con otros mimbres,
con otros modos,
con paso vivo,
atento a todo
lo que se expone
en paredes de aire,
cuadros, canciones,
peces y panes.
A quién me ame
daré la esfera,
el orbe entero,
la calavera,
mi fiel acero,
y hasta la sangre
que en mí ahora hierve,
que no se pierde
y que mata hambres.
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