Puedo marcar el paso
con la casaca ceñida,
ajustar tiempos y espacios
a demanda,
ser el mal menor
que está mas no incomoda.
Puedo desvencijar sofás
amando o desamado,
tragar palabras
que a borbotón empujan
por asolar el pavimento,
tolerar escenas
de difícil digestión.
Puedo abandonar
posturas adquiridas
en lugares con mi nombre,
dejar de ser el tópico
tipificado en tertulia merendada.
Puedo intentar
no ser,
por no sonar,
por no nublar
las limpias luces
que se ostentan
con razones envenenadas.
También puedo
no estar,
si así se quiere.
Poder puedo,
sin duda alguna,
mas lo que quiero
se deslabaza
como granada madura
entre mis torpes dedos.
Y los años impiden
que sangre al dardo,
a la saeta.
Me pilla tarde
el desplante,
el silencio armado
con grava de escombrera.
No tengo edad
para la ortiga,
que yá soy cardo.
Me recrearé en la levedad,
renuncio a la estridencia,
sorteando vidrios
con alpargata áspera
de cáñamo sureño.
Esperaré auroras
fumando noches
y si no llegan
me queda un alba.
Al menos una
mañana es mía,
si no me niega.
Más que propósitos, desgranas lo que no quieres ser porque poder... poder... puedes ser lo que quieras.
ResponderEliminarNada te impide soñar y luchar por los sueños.
Cada nuevo día se levanta una aurora, y yo no sabría vivir sin agarrarla y desnudarla y sentirla y agotarla.
No hay horas en el corazón para la luz ni prohibiciones en el alma para caminar.
Hermoso y "derrotado" poema.
Un beso.