Oleadas de horas,
mareas de tiempo
que espumas lacrimosas
vierten sobre las arenas grises
de recuerdos molidos.
Melancolía, a veces,
lago de melaza
de regusto amargo
donde nos sumergimos desnudos
cuando la pena es alta presión,
anticiclón inmisericorde
con nuestras sequías.
Melancolía, a veces,
reflejos de melodías recurrentes
que nos hieren a sedación leve.
Esa canción,
de aromas fermentados,
que exprime los pulmones
destilando los óleos de lo que fuimos.
Melancolía, siempre,
en la soledad buscada
pues los caminos viejos
reinciden mejor a solas.
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