Huyendo por los sueños
de una realidad ingrata
cabalgo pasillos blancos
pintados de luz amnistiada.
Por los recovecos romos,
donde se esconden los muertos,
intercambio estampas
de paisajes usados.
Un piano cojo
desdibuja nocturnos
al paso de vagones grises
de trenes siempre perdidos.
En las barandas de mármol,
una gaviota ciega
devora peces rojos.
Bajo sábana de insectos
despierto suspensivo.
Vivo aun,
nada pasa.
sábado, 23 de noviembre de 2013
Nada pasa
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