Pareciera que el río trae la fiesta
a esta ciudad apeadero,
o quizá sea la nube,
la familiar que nos fumiga
con frías aguas tardías,
extemporáneas como las visitas.
Ya resuenan ritmos de braga sucia
entre los tornillos oxidados
de las máquinas homicidas,
las que ya arraigan en el lodazal
de la maltratada Mayacina
para retar gravedades,
haciendo alarde de lo centrífugo.
Huele a verbena embotellada,
a pregón melífluo,
a costero entibando el aire.
Viene San Xuan,
el bautista,
al que la pagana hoguera honra
quemando las esperanzas
de las promesas rotas.
Pintaremos el firmamento
de coloridas explosiones
que mueren en caída libre,
lágrimas de fuego
sobre la ciudad llorada.
Mieres del Camino,
más camino que Mieres,
goza en el solsticio
y danza en órbita ante la llama.
a esta ciudad apeadero,
o quizá sea la nube,
la familiar que nos fumiga
con frías aguas tardías,
extemporáneas como las visitas.
Ya resuenan ritmos de braga sucia
entre los tornillos oxidados
de las máquinas homicidas,
las que ya arraigan en el lodazal
de la maltratada Mayacina
para retar gravedades,
haciendo alarde de lo centrífugo.
Huele a verbena embotellada,
a pregón melífluo,
a costero entibando el aire.
Viene San Xuan,
el bautista,
al que la pagana hoguera honra
quemando las esperanzas
de las promesas rotas.
Pintaremos el firmamento
de coloridas explosiones
que mueren en caída libre,
lágrimas de fuego
sobre la ciudad llorada.
Mieres del Camino,
más camino que Mieres,
goza en el solsticio
y danza en órbita ante la llama.
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