Quiso uno coser palabras
y entregarlas en prenda
de ponerse a diario.
Quiso uno forjar el sueño
de lo escrito y suscrito,
tangible en el objeto,
y se puso a ello
cuando casi muere,
cuando casi vive
de reojo a los bisturíes.
Quiso uno
y tanto quiso
que, entonces,
apareció la gente.
Y fueron ola
de abrigo vivo,
maremoto en lo emotivo.
Apareció la gente
que siempre estuvo.
La que no suena
pero resuena
en los recovecos.
Mi gente.
y entregarlas en prenda
de ponerse a diario.
Quiso uno forjar el sueño
de lo escrito y suscrito,
tangible en el objeto,
y se puso a ello
cuando casi muere,
cuando casi vive
de reojo a los bisturíes.
Quiso uno
y tanto quiso
que, entonces,
apareció la gente.
Y fueron ola
de abrigo vivo,
maremoto en lo emotivo.
Apareció la gente
que siempre estuvo.
La que no suena
pero resuena
en los recovecos.
Mi gente.
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