No podrían las escenas
estar siempre al acomodo,
ergonómicas las circunstancias
a nuestros pareceres,
ni mutar las luces de las flores
según los ánimos
pues de nada somos amos,
solo inquilinos pasajeros.
Pero los cristales molidos
amalgamados en melazas
no dejan de ser aristas
de digestión sangrienta.
Por mor de la paz
no se acatan los martirios
y el derecho de presencia,
propia y anexa,
empuja a afilar
desgarro y mordedura.
Mi barca intenta
salvar escollo,
pero tarda siglos
la paciente ola
en modelar la roca,
la piedra necia,
orgullo de mineral
heredado.
lunes, 6 de enero de 2014
Escollera
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