El nombre es el marchamo,
tu etiqueta de almacén
y tu expediente.
El nombre te invade
y te muta en lo que debe,
sellado a doble copia
te tramita y diligencia
y eres eso,
como suena la palabra,
eres lo pronunciado,
nominado,
nominativo
y no puedes desnudarte
del envoltorio codificado,
de la carpeta de memoria,
de las dobleces de folio
de capítulo corregido.
El ser es trayecto
de cinta de goma,
transitando negociados
donde te suman acotaciones,
notas al margen,
paginado,
encuadernado
y al final,
archivo decretado
en legajo de lápida.
El nombre te posee,
te incoa,
te instruye
y te desecha.
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