Por disidente perseguida,
la vergüenza se exilia
buscando asilo.
Manda la injuria
donde la bestia
es protagonista
y el ratero se recrea
en la hazaña televisada.
No hay rubor en el vocero,
a salario del escándalo,
hurgando sañudo
en la víscera,
en la cloaca.
La honra cautiva
espera la condena,
sin juez ni parte.
Ley de la indolencia,
decreto de cobardía
de común uso.
El ruido sucio
nubla las luces
de la razón durmiente.
Así estamos,
así se lo contamos.
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