Invitados a la indigencia,
los ángeles,
huérfanos de hombre desvalido,
duermen por los parques
escoltando palomas,
vendiendo plumas
del ala húmeda,
antes motor
y ahora lastre.
Desde cuatro esquinas,
los niños burlones
lanzan piedras crueles
contra el engendro alado.
No brilla el oro
de la ahora grasienta
melena apagada.
Desafina la trompeta
y el óxido de la espada,
sin llama de expulsión,
tiñe la ajada túnica.
No hay andén
con destino a Paraíso.
Gracias por tu visita a mi blog.
ResponderEliminarCreo que me haré asidua al tuyo ya que he descubierto una poética de las que se anudan al alma.
Un beso
No hay por qué darlas y me honra usted con su visita a mi humilde casa.
ResponderEliminarGracias y bienvenida.