Tiene el filo
sed de piel
y el fuego hambre
de encarnadura.
Vidrio voladizo
y adoquín seco.
Dioses muertos,
resucitados de fieles,
pasean su recuerdo
en la ignorancia,
en el lema de spray
y odios viejos,
heredados de nadie,
acechan las esquinas,
el vagón
Y la glorieta inocente.
Mareas de grey,
en tribal berrea,
enarbolan banderas
siempre ajenas.
Agoniza el libro,
polvoriento de olvido,
única pócima
para el mal de rabia.
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