Ya sé que tienes pena,
niña de los luceros,
pena grande,
insólita pena
que es mi agonía.
Mas no puedo
quitarte el ansia
que me duele
en tus miradas,
en tus risas
que no son,
en tus juegos evasores
que encarcelan mi entraña.
Más quisiera yo
que eludirte los dolores,
mas la vida falla,
tropieza en el adulto
y arrolla niños.
Se bien que tienes pena
y es tu pena mi agonía.
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