De |
contra el hormigueo
de entraña.
Mejor sería
sedarse con infusión
de ortiga,
macerada en esencia
de hiel destilada
pero no,
despierto,
sobrio ante la bofetada,
tomarla cruda
como la caricia
sin adobar.
Se acabaron días de vino,
los de rosas perecieron
ahogados por los espinos
y hay que tomar la lluvia
a pie,
a paso en pendiente.
Ajeno al trueno
entre castaños,
resucitar un poco
de la muerte redactada.
No peatón,
paseante acaso
de este trayecto necio,
encarrilado entre ríos
de dos sentidos,
de corrientes alternas.
Olvidar noches
de risa amarga
con hielo
y saludar los soles fechados.
Ponerse en marcha
con la mochila justa,
apoyado en avellano,
verter la lágrima sonriente,
en micción contra un recodo,
quizá el argayo paciente
que nunca da conmigo,
que no me coge el paso.
Comer a chusco
y queso viejo
compartido al encuentro,
a la hoguera del afecto breve,
pues breve es
todo camino.
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