Abandono la trinchera,
harto ya de los silbidos
de las balas trazadoras
y saco hirviendo la pechera
para presa de los nidos
de las ametralladoras.
Y prefiero ser caído,
en acto de cruel guerra,
que vivir como objetivo
de un tiroteo manido
encajado cuerpo a tierra,
arrastrado y fugitivo.
Que cansé de los asedios
y de los campos minados,
de las treguas en oferta.
Que me mata más el tedio,
los rencores solapados,
que toda la saña abierta.
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