Y se pierde la mesura,
la perspectiva
del sentido,
y el sentido
y la conciencia
axfisiada de impaciencia.
Y bien se que debiera
hacer lo que debo,
cerrar los ojos
a las luces,
el oído a los trinos,
la boca al labio
y el tacto a pieles.
Ajusticiar teléfonos
y anestesiarme.
Debiera irme
a otro nivel del vivir.
A ermitas
de piedra de soledad
en cumbres de silencio.
Ser yo sin nadie,
sin modelar
por el contexto,
sólo el aire
y la lluvia fresca
de un abril lejano
esculpirán mi torso.
jueves, 4 de febrero de 2010
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