lunes, 6 de septiembre de 2010

DIFÍCIL

Establecer el peso
de una fugaz mirada,
medir la luz
que los ojos emiten,
y las sombras leves,
imprecisas,
que a veces nublan
los afanes claros,
diáfanos,
transparentes,
del querer estar
en la vida racionada.
Repartir sentires,
imposibles respuestas
a preguntas conocidas.
Duele el ojo ajeno,
la palabra incierta,
pero vivir es
el objetivo mutuo
de mi confuso contexto.
Vivir al fin,
en el principio de niña,
en el ansia adulta
y el temor maduro.
Saber de dolores,
ciertos,
inevitables,
no evitados,
pero buscar la risa,
la luz en ojos
de llorar experto.
Vivir doliendo,
gozando,
rozando,
expandiendo vistas
a lo opaco,
lo negado por ajeno.
Enseñar luciérnagas
a quién de lágrima
sufre plaga,
y caminar,
en grupo,
en dúo,
en terceto,
cuarteto
o lo que tercie,
según los días,
las horas,
y los momentos
de latir,
que pocos son,
siempre pocos.

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