Y no sé si la vida
no es más que agonía,
cuando todo fatiga
y el sentir es dolor.
Se desatura el color,
conforme avanza el temor,
se va del óleo al grabado
del paisaje al trastornado
goyesco disparate o capricho
que nos tortura hasta el nicho.
Mas nos aclara la mente
y miramos a la gente
como a la triste especie
que hace que el mal arrecie
en el enfermo planeta
que gobiernan proxenetas,
que nos han emputecido,
y lo hemos merecido
por ser carne de cañón.
Mas no estoy en posición
de, a nadie, dar consejo,
que es abrupto mi entrecejo
y de alisarse no da señas,
por los errores se despeña
todo atisbo de ilusión.
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