Tengo en la máscara refugio
pues el rostro es permeable.
Me parapeto en las formas,
poniendo a salvo el fondo,
que no están los tiempos
para vanos sacrificios.
Engolo mi voz,
poniéndole vestido
largo de ceremonia
a cualquier mentira
conveniente.
Es más digerible la infamia
cuando recreas el ornamento.
Mala yegua es la verdad,
insegura,
te desmonta a la primera
y las estatuas ecuestres
siempre se esculpen
sobre caballo de inmundicia.
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