Helada a veces
la savia de mis nudosas ramas,
perdiendo hojas voy
en otoño extemporáneo.
La raíz como condena
que sólo el viento alivia.
No alojo nidos
pues la luz me esquiva,
deficitario del trino,
crujido de maderas
suele ser mi sonata.
Mi corteza se espesa
ajena a las navajas
de noveles enamorados.
No soy bosque,
por anómalo me tienen
hasta las procesionarias,
obviándome en su itinerario.
Si al menos fuera mesa
mi fúnebre destino,
o leña de hogar
o talla de cabecero.
martes, 13 de agosto de 2013
Monólogo del árbol
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
SIN VERSOS EN LAS YEMAS
Se marchitaron los brotes de versos en las yemas de estos sarmientos, gélidos de la nevada, y el racimo es promesa por incumplir. No abu...
-
Me llegan cantos de terrón en voz de musgo, en voz de ave que sortea los pentagramas volando desde la entraña para arroparme en el duerm...
-
Los propósitos en apósito y lo pendiente pendiendo en un tendedero a la deriva de los temporales. Con las cartas tan marcadas se confunde ...
-
La hojarasca borra todo el sendero y los árboles no avisan, como intentan los semáforos tras la nevada urbanita. La importancia de las s...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente si quiere que se publicará si me place.