Esperaste para irte
prolongando la agonía
porque tú eras vida.
Vida de aula
y polvo de tiza.
Vida en la sorna,
la retranca alegre
de velada amable,
pitanza y sobremesa
de apuntalar carcajada.
Vida de amigos
a los que atenazabas
a aterciopelado lazo
de nudo eterno.
Siempre ahí,
donde estuvieras,
siempre ahí
aunque no estés.
Desde el golpe rudo
que te sentó en la ausencia
nada pude hablarte
y hoy callado marchaste.
En la memoria te porto,
siempre útil
para esbozar sonrisa.
En la memoria habitas,
Víctor,
mi amigo.
martes, 13 de agosto de 2013
Víctor
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