Un tanto desvencijado,
lomo añejo,
casi tasajo,
correoso de cuero rancio
que mal dobla de curtido.
Hosco,
tosco,
tal vez huraño,
mirar fruncido,
espina en los aledaños
y entre las venas suspiros.
Ceñudo,
barbado,
cano y herrumbroso,
de la garganta quebrada
despeñadas palabras rotas,
seda a veces,
las más veces,
lija.
Adicto al epitafio,
alérgico de altares,
poco más
que un contraluz fallido.
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