No es sólo la tiniebla,
que la luz también oculta
y se torna máscara lo radiante.
Porque el brillo hiere,
irrevocable y certero,
abriendo llaga luminosa,
blanca de grito.
Cuando la luz es velo,
nupcial o de mortaja,
la blancura solapa
los besos olvidados.
Abrígate de luz helada
para los próximos inviernos.
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