Guardan los rostros fantasmas,
polizones de crucero,
que usurpan la mirada impostora
para contar historias
que nunca supieron relatar.
Surcos deja la vivencia
y es erial el rostro yermo,
intenciones hay
nunca cubiertas,
anhelo en el párpado,
sed en la comisura.
Un primer plano
siempre curvo
de carencias,
parábolas,
ecuación e incógnita.
Mírame
o no me mires,
que yo te miro
y te expongo
a la intemperie de luces
que te modelan el gesto,
para que mientas
o no,
para que fluya
lo que te robo.
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