El almanaque y yo nos obviamos,
prescindibles ambos,
transitando senderos antípodas.
Hace poco moría,
sin ir más lejos;
pues poco lejos va el finado;
mas aquí soy,
mermado pero dilatando páginas
de un diario incierto.
Algo cautivo,
sí,
pero a salvo
dos hojas de calendario,
cuando menos.
El tiempo pliego
junto a los pañuelos
para acortar monotonías
y lo expando al viento
cuando de vivir se trata.
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