Se despertaron las sillas de la sala,
desganadas,
estableciendo diálogo
sobre la niebla impertinente
que saludaba tras el cristal lamido
de un ventanal mudo.
El pasillo se dilata huidizo
al paso de los degollados
que caminan hacia sitios imposibles,
mientras les toman medidas
a los parámetros rutinarios.
Hay visitas devastadas,
con ojeras esculpidas
a lágrima de acero,
acompañando cerebros sondados
que deliran infantiles,
sin dar opción a la escapada.
Uno se encierra
entre auriculares,
cobijado del silencio,
viajando sobre páginas
de un pasado cruento,
desertando a ratos
de esta guerra cotidiana.
Fecha tricolor
sobre los santorales,
pasión de pueblo martirizado
sobre mitos inyectados
por el amo de la fusta.
desganadas,
estableciendo diálogo
sobre la niebla impertinente
que saludaba tras el cristal lamido
de un ventanal mudo.
El pasillo se dilata huidizo
al paso de los degollados
que caminan hacia sitios imposibles,
mientras les toman medidas
a los parámetros rutinarios.
Hay visitas devastadas,
con ojeras esculpidas
a lágrima de acero,
acompañando cerebros sondados
que deliran infantiles,
sin dar opción a la escapada.
Uno se encierra
entre auriculares,
cobijado del silencio,
viajando sobre páginas
de un pasado cruento,
desertando a ratos
de esta guerra cotidiana.
Fecha tricolor
sobre los santorales,
pasión de pueblo martirizado
sobre mitos inyectados
por el amo de la fusta.
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