Escucho música en riada
mientras deshilacho tramas escritas.
Aislado de los visitantes ajenos
por dos auriculares
que forjan campana aislante
de los que saben de todo,
sin demostrarlo
y sin tú pedirlo.
El pasillo se atosiga
de rostros angustiados,
rostros congelados
por dramas de diverso peso.
Hoy retornó,
ahí fuera,
el gris autóctono que,
aunque no lo crean,
filtra serenidad hacia dentro,
espesando los colores
y endulzando los gestos.
Mejor para el degollado
que ese Sol soberbio
que se mofa de los cautiverios.
mientras deshilacho tramas escritas.
Aislado de los visitantes ajenos
por dos auriculares
que forjan campana aislante
de los que saben de todo,
sin demostrarlo
y sin tú pedirlo.
El pasillo se atosiga
de rostros angustiados,
rostros congelados
por dramas de diverso peso.
Hoy retornó,
ahí fuera,
el gris autóctono que,
aunque no lo crean,
filtra serenidad hacia dentro,
espesando los colores
y endulzando los gestos.
Mejor para el degollado
que ese Sol soberbio
que se mofa de los cautiverios.
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